“Mi perro no me hace caso”, “mi perro no me obedece”, “mi perro no me responde” son algunas de las frases que expresan los propietarios sobre sus compañeros caninos. La desacertada idea de que el perro debe nacer sabiendo cómo desenvolverse en un entorno determinado lleva a los humanos constantemente a la frustración.
El problema está en que el planteo que se están haciendo es desde un principio erróneo. Que tu perro “no te haga caso” está haciendo referencia a que vos sos una autoridad para él y éste debe obedecerte porque tiene la obligación de hacerlo.
Ahora, ¿Qué pasaría si en lugar de plantearnos cómo hacer para que nuestros perros nos obedezcan, nos planteásemos cómo hacer para comunicarnos mejor con ellos?
Perros y humanos: ¿en qué nos parecemos y en qué nos diferenciamos?
Los perros y los humanos somos dos especies diferentes y similares en ciertos aspectos desde lo anatómico.
Tanto en humanos como en perros la mitad izquierda y la mitad derecha del cerebro procesan la información de diferentes maneras. La derecha controla las emociones (tristeza, felicidad, miedo) y la izquierda es responsable de áreas lógicas y cognitivas (evaluación, organización, planificación). La mitad izquierda es la “analista”; la derecha es la “creativa”. Sin embargo, ciertas áreas del cerebro humano se encuentran más desarrolladas que en el cerebro canino, y viceversa. Por ejemplo, las áreas del cerebro que se encargan de la planificación a futuro y la organización, se encuentran más desarrolladas en humanos, y la parte del cerebro responsable de procesar información olfativa se encuentra mucho más desarrollada en perros.
También somos similares y diferentes en cuanto a nuestros sentidos. Los perros, al igual que nosotros, poseen sentido del gusto, tacto, olfato, visión y oído. Pero por ejemplo ¿sabías que los perros tienen mejor visión panorámica que nosotros pero que no pueden ver detalles de cerca? ¿Sabías que tienen menor cantidad de papilas gustativas que nosotros pero el doble de genes para receptores olfativos?
Especies diferentes, realidades diferentes
¿Por qué es importante conocer todas estas cosas? Porque saber que anatómicamente humanos y perros somos distintos, nos lleva comenzar a entender cual es el “unwelt” del perro, es decir, cual es el punto de vista desde el cual éste percibe el mundo.
No solo ven el mundo de manera diferente a través de sus sentidos, sino que la significación de los objetos también será diferente para humanos y perros.
¿Por qué tu perro debería diferenciar entre su peluche y un almohadón si ambos son objetos mullidos que producen placer al morderlos? Los perros no saben lo que cada objeto significa, si no se lo enseñamos. No comprenden lo que para vos es un objeto de valor como un par de zapatillas, una mesa o un sillón.
Mucho se habla del concepto de “humanizar” a los perros y considero que el término está generalmente mal utilizado. Humanizar a los perros significa creer que entienden el mundo de la misma manera que nosotros. Que comprenden que la comida que está en la mesa es la comida del humano y por eso no pueden robarla. Que pueden hacer evaluaciones de riesgo y determinar que los autos son peligrosos y por eso no deben escapar de la plaza y cruzar la calle. Que saben que trabajar es muy estresante y por eso no deben molestarte en la tarde cuando volves a casa, luego de haberte esperado durante todo el día.
Nuestro vínculo con los animales
Los perros no llegaron al mundo para obedecernos. Hace unos cuantos miles de años apareció el primer perro doméstico, aún no se sabe si de manera natural o artificial. Desde ese entonces, estos animales se han acomodado a la vida bajo techo y hasta en pequeños departamentos en la ciudad. Son seres fantásticos con una gran capacidad adaptativa, pero el error humano está en creer que con la domesticación vamos a eliminar por completo su esencia animal y sus instintos más profundos ¿Por qué un perro no robaría la bolsa de basura si es un animal naturalmente carroñero? ¿Por qué no destrozaría un almohadón sacudiéndolo de lado a lado como si fuera un animal muerto, si los perros son carnívoros? ¿Por qué no ladraría por las noches cuando siente que hay una amenaza en su territorio si es la única manera de ahuyentarla? Son preguntas que expresadas de esta manera parecen tener una respuesta lógica, por supuesto que deberían hacerlo si es su “naturaleza”. Pero en la cotidianeidad olvidamos que nuestro perro no es un humano más que entiende el mundo de la misma manera que nosotros.
Ahora bien, que el perro tenga instintos y comportamientos que le son naturales y hasta instintivos no significa que podamos permitir que los exprese en todo momento. Robar la basura puede ser natural para el perro, pero también puede resultar sumamente peligroso que lo haga. Perseguir una paloma no es más que el instinto de presa manifestándose pero no podemos permitir la expresión de ese instinto si va a cruzar la calle para terminar la secuencia de caza. Al no poder controlar este tipo de comportamientos es que aparece la frustración en las personas y la famosa frase de “mi perro no me hace caso”. Y es que es cierto, tu perro no te hace caso…porque no debe hacerlo, pero también porque no te entiende.
Cómo lograr una convivencia armoniosa con un perro
En lugar de pensar en “cómo hacer para que mi perro me haga caso”, la pregunta que deberíamos hacernos es “cómo hago para comunicarme mejor con mi perro”.
Ahora que entendimos que existen diferencias anatómicas que nos llevan a percibir el mundo de maneras distintas, debemos empezar con un proceso de educación y de adaptación de nuestro perro a una serie de pautas de convivencia tanto dentro como fuera de casa. No necesitamos que nos obedezca, la clave es enseñarle al perro que es lo que esperamos de él para mejorar su calidad de vida y la nuestra.
No tironear de la correa en los paseos para estar más relajados, no escapar de la plaza para garantizar su propia seguridad, no romper cosas en casa porque es más divertido jugar con juguetes.
No esperamos que nuestro perro nos obedezcan, sino que a partir de las herramientas que les damos, comiencen a tomar buenas decisiones.
Una vez establecidas pautas de convivencia claras, comenzaremos un proceso de aprendizaje tanto para el humano como para el perro. Muchas veces los propietarios manifiestan todas las malas conductas de sus perros y dejan de prestar atención a las buenas. La forma correcta de enseñar, es premiando y reforzando las buenas conductas y dando alternativas a las malas.
Un perro que es premiado cada vez que responde al llamado de su humano, va a responder al llamado cada vez más rápido y más seguido. Un perro al que le dan una alternativa de entretenimiento distinta al tacho de basura como puede ser un juguete interactivo, va a dejar de buscar el tacho porque ahora sí tiene algo que hacer cuando se queda solo además de robar restos de comida.
La clave para lograr una convivencia armoniosa con nuestros perros es aprender a comunicarnos mejor, comprendiendo nuestras diferencias y similitudes, estableciendo pautas de convivencia claras y enseñando con paciencia y respeto qué es lo que esperamos de ellos. No esperamos que nos obedezcan, sino que a partir de las herramientas que les damos, comiencen a tomar buenas decisiones.