¿Por qué nos interesamos tanto por los animales? . En el año 2016 la Asociación para la Prevención de la Obesidad en Mascotas (APOP por sus siglas en inglés) reveló que el 54% de los perros y 59% de los gatos tenían sobrepeso u obesidad. En el 2017 según la misma APOP estos números habían aumentado, mostrando que un 56% de perros y 60% de gatos eran obesos. En un experimento pusieron a un grupo de niños de 1 a 3 años en una sala llena de juguetes nuevos y, además, un pez y un hámster. Los niños pasaban más tiempo con estos últimos, y se comportaban de manera diferente con ellos que con los juguetes. Y no solo eso, sino que los papás de estos niños tendían a dirigir la atención de los pequeños hacia los animales [1].
¿Por qué? En 1984, el biólogo estadounidense, Edward Wilson, planteó el concepto de biofilia, que literalmente significa “amor a lo que vive” [2]. Esta idea indica que los humanos tenemos un instinto para asociarnos con el mundo natural, una afinidad hacia la naturaleza que no es enseñada por la cultura, sino que la traemos desde que nacemos, como un atributo intrínseco propio de la especie humana.
Los humanos tenemos un instinto para asociarnos con el mundo natural, una afinidad hacia la naturaleza
A los humanos nos gustan los animales por una cuestión biológica
Es decir, los humanos tenemos una tendencia biológica innata a prestar atención y conectarnos con animales, sea acercándonos o alejándonos de ellos. Para Wilson, la biofilia ha ayudado a los humanos a sobrevivir. Sin esta, los humanos no podríamos reconocer peligros potenciales, refugios o alimentos seguros. En otro experimento, se solicitó a un grupo de niños de edad preescolar que reconocieran imágenes de serpientes, orugas, ranas y flores en una pantalla. Los niños eran más veloces para detectar las primeras. Resultados similares se encontraron en adultos [3]. De modo que podemos pensar la biofilia como un tipo determinado de atención selectiva que hace foco en otras formas de vida, y que movilizan diversas reacciones emocionales hacia los animales. Estas pueden ir de la atracción a la aversión, del asombro a la indiferencia, de la tranquilidad al miedo y la ansiedad, y pueden ser de intensidad variable en función de nuestra preservación. Y lógicamente, esto tiene una explicación en nuestro cerebro, el cual durante la evolución se ha especializado para procesar la información ligada a los animales de manera diferente. Por ejemplo, nuestra atención visual incluye un sistema especializado para monitorear a los animales, que hace que las personas seamos mejores para detectar cambios en animales que en objetos inanimados, incluso vehículos en movimiento [4].
La biofilia es una tendencia innata a prestar atención y a seguir ciertas reglas sobre el mundo natural, que vamos moldeando en nuestro entorno.
La cultura ayuda a que nos gusten los animales
Luego de la primera formulación, Wilson aclaró que la biofilia no es un instinto único [5]. Sino que, más bien, se trata de un conjunto de reglas de aprendizaje, que la cultura puede moldear. Como sucede cuando paseamos con nuestros perros y cruzamos niños pequeños: algunos papás favorecen el acercamiento y otros adoptan una actitud alarmante. En ambos casos, moldearán de maneras muy diferentes la tendencia innata del niño a quien le llama la atención el perro. Si bien esta teoría fue concebida originalmente para explicar las relaciones humanas con la naturaleza, frecuentemente es usada para explicar las relaciones humanas con los animales. Y la tenencia de animales de compañía parece ser una manifestación de la biofilia. Resumiendo, la biofilia es una tendencia innata a prestar atención y a seguir ciertas reglas sobre el mundo natural, que vamos moldeando en nuestro entorno. Por estos motivos, los humanos nos interesamos por los animales.
Referencias [1] LoBue, V., Bloom Pickard, M., Sherman, K., Axford, C., & DeLoache, J. S. (2013). Young childrens interest in live animals. British Journal of Developmental Psychology, 31(1), 57-69. [2] Wilson, E. O. (1984). Biophilia. Harvard University Press. [3] LoBue, V., & DeLoache, J. S. (2008). Detecting the snake in the grass attention to fear-relevant stimuli by adults and young children. Psychological science, 19(3), 284-289. [4] New, J., Cosmides, L., & Tooby, J. (2007). Category-specific attention for animals reflects ancestral priorities, not expertise. Proceedings of the National Academy of Sciences, 104(42), 16598-16603. [5] Wilson, E. O. (1993). Biophilia and the conservation ethics. En S. R. Kellert & E. O. Wilson (Eds.), The biophilia hypothesis (pp. 31-41). Washington, DC: Island Press.