Uno de los errores más frecuentes a la hora de vincularnos con nuestro perro es el caer en el error de pensar que nos comunicamos de la misma forma.
Los perros pueden entender nuestro lenguaje corporal y nuestro todo de vos, pero no pueden entender nuestro idioma tal como nosotros lo hacemos. Es por esto que es una gran equivocación salir a pasear con nuestro perro y hablarles constantemente.
En lugar de un momento de disfrute y relajación el paseo se termina convirtiendo en aquella situación en la cual le decimos permanentemente al perro qué hacer y qué no hacer. El problema con esto es que, con el tiempo, nos volveremos tan molestos que nos transformaremos en ruido de fondo y el perro dejará de prestarnos atención.
Siempre que vayamos a comunicarnos con nuestro perro de forma verbal, debe ser con un fin específico. Para que la información que le demos al perro sea relevante para él, tendremos que limitarnos a hablarles solamente en los momentos en los que realmente no necesitamos, por ejemplo, cuando queremos que venga hacia nosotros para alejarlo de una situación de peligro o cuando queremos que no coma algo que encontró en piso como basura o comida en mal estado.
Durante los paseos, el perro se ve rodeado de cientos de estímulos que le llaman la atención: olores, perros, personas, objetos que se mueven, ruidos, etc.
Nosotros debemos competir con estos estímulos y volvernos más relevantes que ellos. La comunicación verbal con nuestro perro tiene que volverse para nosotros un recurso de valor que utilicemos solo en situaciones realmente necesarias.
Durante los paseos, debemos evitar hablarle a nuestro perro pero cuando efectivamente lo hagamos en una de las situaciones necesariasDurante los paseos, debemos evitar hablarle a nuestro perro pero cuando efectivamente lo hagamos en una de las situaciones necesarias, debemos enseñarle también al perro que aquello que obtendrá por prestarnos atención es gratificante: un premio, un mimo o una felicitación. De esta forma iremos creando con el perro un vínculo de confianza a través del cual él comprende que prestarnos atención siempre es bueno.