Es frecuente que como humanos olvidemos la importancia de la dimensión emocional en los perros. Muchas veces como tutores buscamos desesperadamente modificar conductas de nuestros perros sin tener en cuenta cual es la causa que las origina. Muchos de los comportamientos de nuestros compañeros caninos son el reflejo o consecuencia de una emoción o motivación. Comprender cuales son las motivaciones y emociones de nuestros perros ante determinado estímulo o contexto es el primer paso para trabajar en la modificación de una conducta que en principio consideramos negativa.
Por ejemplo, el ladrido de un perro a otro perro suele resultar muy molesto para los humanos. Sin embargo, existen casos de perros que ladran a otros perros debido a que les tienen miedo, es decir, perciben a los perros como una amenaza.
NO CASTIGAR AL PERRO
En lugar de concentrarnos en castigar a nuestro perro por ladrar, lo que deberíamos hacer es trabajar en cambiar la percepción que tiene nuestro amigo canino de este estímulo en particular. Si en este momento el perro es percibido como algo peligroso, tendremos que trabajar poco a poco en asociar la presencia de perros con cosas agradables. Este trabajo lleva tiempo y dedicación, pero es el indicado para trabajar en problemáticas en las cuales las emociones de nuestros perros están involucradas.