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Qué dice la ciencia sobre… CELOS EN PERROS

Las emociones en los animales

El estudio y la concepción de las emociones en animales es un debate de mucho interés hoy día en el campo del comportamiento animal. La definición y existencia de cada uno de los distintos estados emocionales, tales como ira, miedo o felicidad, como también, la correspondencia o no de cada emoción con distintas formas de comportamiento, es uno de los problemas e interrogantes que convocan a los profesionales que se dedican al comportamiento animal.

Un trabajo de Mendl y colaboradores de mayo de este año, establece que existen indicadores, tales como comportamentales, neurológicos, cognitivos y fisiológicos que dan cuenta y predisponen, en distintos grados, el surgimiento de determinados comportamientos en consecuencia del tipo de emoción. Son estos indicadores los que se tienen en cuenta a la hora de desarrollar distintos estudios.

Los celos en los perros

Los celos son un ejemplo de emoción. Las emociones son complicadas de definir, dada la variedad de factores que pueden generarlos, como así también las respuestas que pueda dar un determinado sujeto que está sintiéndolos. Sin embargo, una característica que distingue a los celos notablemente es que surgen cuando un intruso amenaza una relación importante para un individuo, en el contexto de un triángulo social.
El individuo que percibe esa “amenaza” intenta dar respuestas en pos de recuperar la atención de ese ser querido que le fue “arrebatado” y, en otras instancias, bloquear la relación con el tercero. Estas maneras de proteger los recursos sociales, pueden llegar a asociarse con el despliegue de determinados comportamientos agresivos en los perros domésticos.

A su vez, los celos traerían aparejados un conjunto de respuestas emocionales y conductuales “negativas” cuando un agente externo recibe algo que uno quiere para sí mismo (Hart, 2010).

Si bien existen informes de dueños que muestran que sus perros buscan su atención en los casos donde son ignorados, por culpa de un tercero o de otra actividad, no abunda la evidencia empírica que le aporte robustez a la caracterización de los celos en caninos domésticos.

La neurobiología de los celos

Los celos comparten regiones de activación cerebral y correlatos conductuales con otras emociones primarias, como la ira y la tristeza. Si bien no es un tópico que haya sido muy abordado en otros modelos animales, en el caso de los humanos podríamos nombrar que habría una mayor activación en las regiones subcorticales, incluida la amígdala y el hipotálamo, componentes del denominado sistema límbico (asociado con lo instintivo, lo emocional); en áreas interoceptivas como la ínsula; y en regiones sociales/emocionales de la corteza, como el surco temporal posterior (Harmon-Jones, Peterson y Harris, 2009).

perros celos estudio
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Evidencia sobre los celos en perros

ESTUDIO “A”

Ciertos estudios demostraron que determinadas respuestas del cerebro pueden llegar a servir como buenas predictoras de algunos comportamientos.
Cook y colaboradores en el 2018 han realizado estudios sobre los celos caninos a partir del C-BARQ(por sus siglas en inglés de Canine Behavioral Assessment & Research Questionnaire) o Cuestionario de Investigación y Evaluación del Comportamiento Canino (van den Berg y colaboradores, 2010). Los cuidadores califican distintas conductas de sus animales con distintas escalas de acuerdo a la propensión del perro a comportamientos como apego, agresión, ansiedad y otros factores que serían indicadores de la presencia de celos. Con los puntajes de antemano por parte de sus criadores, trece perros fueron sometidos a ensayos en donde se midieron por resonancia magnética el nivel de activación de la amígdala cuando veían a sus cuidadores darle comida a un perro falso de cerámica. En este caso, se vio una correlación positiva entre el nivel de activación de la amígdala y altos puntajes de agresividad directa a otros perros en el C-BARQ.

estudio c barq 1
estudio c barq 1

ESTUDIO “B”

En un estudio realizado por Harris y Provoust (2014), treinta y seis perros fueron testeados mientras sus dueños los ignoraban e interactuaban con una serie de tres objetos diferentes. En el primer tratamiento, el dueño trató con un perro de peluche como si fuera uno de verdad acariciándolo, hablándole, etc. Mientras tanto ignoraba a los propios perros. En el segundo tratamiento hicieron lo mismo pero con un objeto novedoso como una lámpara de calabaza, al estilo de Halloween. Esto les permitió probar si se requería que el propietario mostrara afecto a un conespecífico, o si los comportamientos afectivos dirigidos a un estímulo no social podrían ser suficientes para, también, despertar potencialmente celos en sus propias mascotas. En la tercera condición, el propietario leyó en voz alta un libro interactivo con páginas desplegables y sonidos, con el fin de ver si los comportamientos observados en las otras condiciones eran indicativos de celos o si eran una afección negativa general causada por la pérdida de atención del dueño.
En todos los casos se evaluaron la proporción de perros que desplegaron distintos comportamientos asociados a los celos, como mordidas, levantar la cola, interponerse entre el objeto y su dueño, golpear y/o empujar al dueño y/o al objeto en cuestión, quejidos y ladridos.

estudio comportamiento perros 1
estudio comportamiento perros 1

Figura 2: comparaciones de las proporciones de perros que exhibían cada tipo de comportamiento en cada una de las tres condiciones experimentales. Los asteriscos muestran diferencias significativas entre tratamientos. Adaptado de Harris y Provoust, 2014.

Como se evidencia en el gráfico de la Figura 2, los animales cuyos dueños interactuaban con perros de juguete desplegaron comportamientos asociados a los celos en mayor proporción respecto de los otros tratamientos. En particular, los comportamientos “mordidas”, y “golpear/empujar al dueño y al objeto”. Estas clases de comportamientos, que tienen como propósito la búsqueda de ruptura del vínculo entre el dueño y el tercero en cuestión, son los que permiten discriminar a los celos de otras emociones, como el enojo.
El caso de “interponerse entre el dueño y el objeto” y los “quejidos”, se observaron diferencias entre el tratamiento 1 y el 3. Según los autores, estos juguetes fueron percibidos como perros reales debido a que los animales olfatearon su región anal. Sin embargo, es posible que también algunos objetos no hayan sido percibidos como tales y que eso explique en parte las diferencias observadas entre individuos.

Más allá de la evidencia aportada por todos los estudios que están surgiendo en los últimos años, hay que tener cuidado con las conclusiones a las que se arriban. Un comportamiento en particular o la activación de determinadas áreas del cerebro no son indicativos ni predictores de celos en su totalidad. Esto se debe a que es importante tener en cuenta todo el despliegue de las redes neuronales y su íntima relación con el contexto que atraviesa el individuo. Esto es de suma importancia ya que es a partir de estas redes que se generan y evidencian los patrones comportamentales, que a su vez son los que permiten identificar, en mayor o menor grado, la emoción que pueda estar atravesando el individuo.

Referencias 
-Mendl, M., Neville, V., & Paul, E. S. (2022). Bridging the Gap: Human Emotions and Animal Emotions. Affective Science, 1-10.
-Kujala, M. V., Somppi, S., Jokela, M., Vainio, O., & Parkkonen, L. (2017). Human empathy, personality and experience affect the emotion ratings of dog and human facial expressions. PloS one, 12(1), e0170730.
-Hart, L. A. (2010). Positive effects of animals for psychosocially vulnerable people: A turning point for delivery. In Handbook on animal-assisted therapy (pp. 59-84). Academic Press.
-Harmon-Jones, E., Peterson, C. K., & Harris, C. R. (2009). Jealousy: novel methods and neural correlates. Emotion, 9(1), 113.
-Nelson, R. J., & Trainor, B. C. (2007). Neural mechanisms of aggression. Nature Reviews Neuroscience, 8(7), 536-546.
-Cook, P. F., Prichard, A., Spivak, M., & Berns, G. S. (2016). Awake canine fMRI predicts dogs’ preference for praise vs food. Social cognitive and affective neuroscience, 11(12), 1853-1862.
-Berns, G. S., Brooks, A. M., Spivak, M., & Levy, K. (2017). Functional MRI in awake dogs predicts suitability for assistance work. Scientific reports, 7(1), 1-10.
-Cook, P., Prichard, A., Spivak, M., & Berns, G. S. (2018). Jealousy in dogs? Evidence from brain imaging. Animal Sentience, 3(22), 1.
-van den Berg, S. M., Heuven, H. C., van den Berg, L., Duffy, D. L., & Serpell, J. A. (2010). Evaluation of the C-BARQ as a measure of stranger-directed aggression in three common dog breeds. Applied animal behaviour science, 124(3-4), 136-141.
-https://vetapps.vet.upenn.edu/cbarq/about.cfm
-Harris, C. R., & Prouvost, C. (2014). Jealousy in dogs. PloS one, 9(7), e94597.

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